“Por qué facinerosos, delincuentes, en calidad de psiquiátricos (pretexto para una pena menor), tienen que ser derivados a nosocomios, y cumpliendo una singular sentencia, significándose así una manutención económicamente mayor. Si las causas de sus aparentes y agresivas esquizofrenias (siendo diagnosticados) como se deduce en una Nota Clínica (1) cubana, siempre por enajenaciones del cuerpo, se toman como condiciones no naturales e influenciadas. Enajenantes pasivos, brindan de todos modos características agresivas, pero sensibilizantes por manipulaciones –y antipsicóticos-de las ahora referidas como ondas de frecuencias que, para la cientificidad del consciente, son corruptas externalidades”
“En Cuba, la depresión y mortalidad infantil es prácticamente nula. Los trastornos psiquiátricos no poseen características degenerativas, por ende, son congruentemente pensamientos populares, propios, ideologías de una “religión” que puede o no ser compartida. La libertad, ideas, expresiones del ser humano, debe ser propalada.
“Nuestro cuerpo es un organismo electromagnético. Mediante esta condición, puede influenciarse por ondas de frecuencias; electromagnetismo”
Cómo lograríamos discernir, concienzuda y sesudamente entre individuos íntegramente saludables en relación al consciente, sin enajenaciones telecomunicacionales (metafísicas para el populorum mundial) para juzgar sus actos. Si plurales padecimientos, trastornos – a causa de las manipulables ondas cerebrales, conjugadas e imitadas por la física cuántica-, planteándose una racional y deductible cientificidad del consciente, son las características que degradan la calidad de experiencias vitales en vinculación directa a individuos del Perú y gran sector del planeta. He de atacarse las influencias externas que, siendo dilucidadas, en gran medida y afirmo contundentemente, son manipuladas por medios y organismos de telecomunicación.
Así, como conclusiones de entereza, se torna imprescindible la revelación, investigación de estos aparatos físico cuánticos, por que, nuestros compatriotas, individuos, prójimos, etcétera, como se les denominase en menudas encíclicas, se ven afectados directamente por pitidos (acúfenos o tinnitus) sin razón aparente, pero ocasionados, inexcusablemente, por tecnologías telecomunicacionales, inspiradas, como refería, en la médica cuántica de nuestro cuerpo humano. Ante las retóricas de entes reguladores que dictan la aparición y redención de nuevos profetas, absolutamente todos deberíamos tener conocimiento de los derechos que rigen el universo. Entonces, ¿de qué manera, podríamos investigar exhaustivamente a determinadas empresas privadas, ingentes operadores de telecomunicación? O en su defecto, a las personas que operan estos artefactos sin conocimiento de causa. Así, dilucidaríamos, controlaríamos y regularíamos estos aparatos, surgiendo utilizaciones asertivas, en pro del bien.
Es certero que poseemos un modelo económico establecido y, ya difícil de modificar; es entonces que la búsqueda de un modelo universal de Salud Pública (2), cobra coherencia. Así entonces, nuestro voto debería ser racional y no influido por intuiciones, abducciones, pues el carácter comprobatorio de esta última debe manifestarse en la realidad, praxis.
Entonces surge, suspicacias aparte, la posibilidad de entregarle nuestros voto y, por consecuente, enteras vitalidades a quien ha creado lazos de confraternidad, abiertamente, para con la República en donde la medicina, en todos sus perímetros, ha rebasado el nivel de la pericia y excelencia. Y no atestiguo por simpatizante o poseer características personales en relación a un determinado candidato, sino por la relevancia que conlleva gozar de ámbitos saludables en todo aspecto. Ciertamente, hablamos de la medicina india, cubana; solución para nuestras depresiones.
¿Por qué en Cuba, los diagnósticos psiquiátricos, son asimilados popularmente de otro modo? Para ellos, son ciudadanos lúcidamente tocados (“locos” de pensamiento); es decir, trastornos como la esquizofrenia y psicosis (debido al control ecológico de las telecomunicaciones), son absurdos, vacíos; inexistentes. Los antipsicóticos que se prescribirían se tornan innecesarios. Sucede que en la cultura cubana, la metafísica (abstracción con respecto al medio ambiente controlada por la posesión de los aparatos telecomunicativos; por trascendente conclusión, estos deben pertenecerle al estado) es tomada por congruencias físicas; de esta manera se debe entender. Entonces, lo mágico-religioso, cobra otro sentido en determinadas circunstancias.
Se entiende y, debe entenderse –como procuraba dar a entender líneas arriba-, por metafísica a todo fenómeno que, por ejemplo, resulta imperceptible para el aparato audiovisual humano, no a fenómenos caóticos (en referencia a la teoría del caos), como cuando una pestaña irrumpe y distorsiona nuestra visión o un holograma irrumpe en nuestra realidad. Cuando el fenómeno se da naturalmente no origina estrés acompañado de pánico.
La medida culminante es tomar una decisión radical, ante circunstancias “radicales”; esta, en nuestra realidad, solo podría corresponder a virar nuestra opción de voto. Asociar, la medicina de última generación a la verdadera Salud Pública en relación al emerger económico peruano, significa estrechar lazos con diversas naciones y mejorar índices con respecto a catástrofes de salud, como imperante derecho humano. No permitamos que el 21% por ciento de nuestros niños, afectados en gran porcentaje por estrés (en consecuencia, acúfenos, tinnitus y trastornos psiquiátricos), literal y tácitamente, se suiciden. La guerra por el control de las externalidades, tecnologías telecomunicacionales (debido a la física cuántica), influencian al hombre peruano y mundial. Inmunicémonos ante la contaminación sonora y sus severísimas consecuencias (3). Votemos por la libertad de expresión humanística en general (en hipótesis, podrían surgir programas independientes), pero no por la posesión particular de determinados artefactos, aparatos (telecomunicativos, cuánticos, de gran potencia, he de recalcar) los cuales, actualmente, se encuentran en post del estrés mundial y, sus resultados, que invaden la psiquis de nuestro pueblo.
(3) Acúfenos, tinnitus; estrés. Esquizofrenia, psicosis, migraña, etcétera.