por Raúl Allain
Breve relación y divulgación científica
En el artículo “Conozca un poco
más del trastorno bipolar y a quiénes afecta más” publicado el 13 de setiembre por
el diario La República, ya se afirma que el trastorno bipolar no se denomina
psicosis maniaco-depresiva. Además testifican que el individuo en cuestión
puede “(…) desempeñar diversas tareas a la vez” a causa del incremento, en
estados de euforia, de energía (debemos indicar como variable crucial la “experiencia
vital”), también que -resaltemos- es la enfermedad más compleja en la
psiquiatría clínica y puede dirigirnos al suicidio; así entonces, también se
debe apuntalar a entender que hay una divergencia en términos de depresión, pues
en determinados casos no se hace la referencia a una enfermedad clínica, se
identificaría por los síntomas físicos, sino congojas propias de ideas, etapas
de inmadurez. Estos nuevos planteamientos se explican en lo que ahora se designa
estrictamente Antipsiquitaría, por lo cual están surgiendo nuevos
planteamientos y textos de toda índole. Podemos revisar con mayor detenimiento “Antipsiquiatría;
deconstrucción del concepto de enfermedad mental” (http://www.ucm.es/info/nomadas/31/adolfovasquezrocca.pdf),
del filósofo Adolfo Vásquez Rocca.
La Antipsiquiatría, como podemos colegir
del mismo término, se contrapone a las significaciones de la psiquiatría
convencional, comprendiendo numerosas corrientes establecidas y por establecer.
Empero una suma considerable de “antipsiquiatras” prefieren, en muchos casos,
alejarse del propio término, para evitar toda condición despectiva que pueda
distraer las causas de sus argumentos, los cuales conjuntamente pueden procurar
otro tipo de psiquiatría. Podemos diferenciar cinco posiciones:
1) La
psiquiatría convencional es errática. Sus métodos se conciben inadecuados por
las históricas consecuencias de su accionar.
2) Las
medicaciones se imponen, a pesar de que el paciente tiene el derecho a decidir
si acepta o no el tratamiento. Entonces aparece un factor por el que la
psiquiatría convencional impera, domina sobre otros enfoques que pueden
corresponder a ser relacionales a la Antipsiquiatría.
3) En
relación a internamientos, la Antipsiquiatría opta por armonizar al paciente,
no concibiéndose así vejaciones en ninguno de los casos.
4) La
patente relación con las empresas farmacéuticas. Es más, este compromiso se
manifiesta en consecuencias como ofertas, las cuales confieren (en toda ciudad,
país, continente) una armonía en la economía que se ha hecho necesaria a través
de los años.
5) La
Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) o el Manual diagnóstico y estadístico
de los trastornos mentales (DSM), estigmatizan al paciente, haciendo por poco
imposible nuevas conjeturas científicas “antipsiquiátricas”.
(
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