lunes, 9 de julio de 2018

El peruanismo de Óscar Allain


Óscar Allain (Lima, 1922) es el pintor vivo más importante del Perú. Y lo afirmo sin ninguna duda, no por ser mi abuelo, sino debido a que es uno de los artistas plásticos más trascendentes junto con José Sabogal, Teodoro Núñez Ureta, Juan Manuel Ugarte Eléspuru y Ángel Chávez, entre otros.

Fue discípulo del legendario Alejandro González Trujillo,  “Apu-Rimak”, quien fuera su maestro en la centenaria Escuela Nacional de Bellas Artes como parte de la llamada “generación dorada”. Su concepción estética revela una ferviente representación del Perú, capturando con su prístino pincel la intensidad cromática y esencia de nuestro sentimiento popular.

Él antepone sus raíces peruanas a todo tipo de modas extranjeras, optando por una plástica expresiva en la armonía del color y en la composición de imágenes, enfrentándose a corrientes pictóricas foráneas como el abstraccionismo porque despersonalizan al arte, aunque por su gran cultura él encuentra sustento en la técnica del impresionismo.

Ahí están delineadas con maestría sus jaranas criollas con guitarra y cajón, las caletas de pescadores, las vendedoras del mercado, los paisajes de costa, sierra y selva, todo aquello con un dibujo muy estilizado y sugerente.

Jamás estuvo de acuerdo en que la formación académica de los estudiantes de arte se basara en enseñarles solamente la pintura abstracta, tal como sucedió cuando en la ENSABAP reemplazaron el indigenismo por la moda de la Escuela de París, lo cual no respondía a una necesidad y, por el contrario, alienaba al artista.

Allain es la continuación del indigenismo y es la resistencia frente a tendencias comercialmente muy en boga como el conceptualismo, o la representada por el recientemente fallecido Fernando de Szyszlo (1925 - 2017), cuyas pinturas abstractas evocan espectros, siendo esto propio de la dominación de masas.

He aquí la importancia de la obra plástica de Óscar Allain, quien recibió las Palmas Artísticas en el Grado de Gran Maestro y la Medalla Cívica de la Ciudad de Jesús María por su extraordinario aporte al arte y la cultura. Personalmente destaco el humanismo de su legado de carácter universal y que debería ser motivo para otorgarle la Orden El Sol.

- El presente artículo fue publicado en EXPRESO.


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