lunes, 2 de julio de 2012

Prólogo a la antología "Poiesis Hispanoamericana: Selección de poesía contemporánea"


FROTANDO LATIDOS



Devoto es el camino real de la Poesía.
Sus seguidores siguen dicha senda aunque el cielo anuncie tempestades y el día a día sólo desembarque contratiempos, desdenes o negaciones al fruto que conmueve: el corazón se ajusta o se subleva maravillosamente, festejando la lengua inmensa y el vuelo de cinco mil años (poetas cuyas voces llegan desde atrás de los tiempos; voces que ven pasar a los poetas del futuro, y viceversa).

De sus bocas gotean salmos y asombros, señoríos del espíritu apuntalando la carnalidad del hombre, lo blasfemo y lo sagrado, conjuros para que renazcan las semillas: Poesía haciendo un agujero en la ventana; Poesía sin antifaces; Poesía cegadoramente hermosa, honesta en su cruz y en su fuego memorable.

2.
He aquí a cincuenta y cinco poetas de un único continente llamado Castellano.
Basta hablarlo y escribirlo para que se traspasen toscas tranqueras provinciales o nacionales. Basta vendimiar en sus viñedos para tratar de obtener buen vino.

Iván Fernández-Dávila y Raúl Allaín, desde mi Perú primero, han logrado llevar adelante una comunión titulada Poiesis Hispanoamericana, donde se albergan textos de autores procedentes de Argentina, México, Guatemala, Ecuador, Costa Rica, España, Chile, Panamá, Venezuela, Puerto Rico, Colombia, Uruguay, El Salvador y Perú.

A contracorriente, cuando lo que impera es la cruzada individualista. Así comparten el Arca del futuro estos antólogos limeños, pródigos y a la velocidad del connubio o alianza que más electriza: Poesía abierta de par en par.

3.
Toda antología puede ser objeto de loas o diatribas.
Pero, me pregunto, ¿para qué tales contiendas?, ¿para qué tales ditirambos?

Lo que para unos es execrable, para muchos puede ser el poema o los versos que gozosamente recuerden la vida entera. Lo que para unos pocos resulta el máximo resplandor poético, para muchos son palabras herméticas que nada significan.

Por ello, declino bosquejar extensas pirotecnias críticas, sesudas parrafadas escritas en jerga ininteligible.
El poeta se defiende en el poema.
El lector criba aquello que no atrae su atención.
La Poesía se remoja temblorosamente en la esperanza.

4.
¿O es el poema quien defiende al poeta? Leamos sólo algunas esquirlas de lo ofrecido por la editorial Río Negro: Alexander Anchía Vindas: “El poema no es una mano llenando líneas,/ es un pulso que contiene a un abismo”. Amanda Tomalino: “Llevo dos nombres/ y un sonido antiguo que me mira…/ Nada sabe de mí, pero juega conmigo/ en el agua cobriza de los charcos”. Jorge Córdova: “Mi distancia entre la vida y la muerte es éste callejón/ de donde nadie me ve salir…”. Luis Weinstein: “Quiso guardar todas las sonrisas y ya nadie confió en sus lágrimas”. Maruxa Duart: “Tú eres./ Tú eres el amigo ansiado. El que espero, el que sueño”. Melissa Ghezzi: “…Él no cuestiona deseos ni identidad,/ y bendice el fruto de tu vientre/ para amarnos los unos a los otros/ y las unas a las otras/ como Él nos sigue amando/ vertiendo la savia femenina/ en el cordón de la libertad”.

5.
Vuela la palabra, o se amotina. Hay que cuidarla cuando renguea o está cabizbaja. Y recetarle dieta cuando pesa su grasa o atenta contra el paladar.

Poiesis, creación, llama que no quema: su edicto luminoso comenzó al Principio.


                                                               Alfredo Pérez Alencart
Universidad de Salamanca
Academia Castellano y Leonesa de la Poesía

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