lunes, 1 de octubre de 2012

“El ‘trastorno bipolar’ en términos de Antipsiquiatría”


por Raúl Allain

Breve relación y divulgación científica

En el artículo “Conozca un poco más del trastorno bipolar y a quiénes afecta más” publicado el 13 de setiembre por el diario La República, ya se afirma que el trastorno bipolar no se denomina psicosis maniaco-depresiva. Además testifican que el individuo en cuestión puede “(…) desempeñar diversas tareas a la vez” a causa del incremento, en estados de euforia, de energía (debemos indicar como variable crucial la “experiencia vital”), también que -resaltemos- es la enfermedad más compleja en la psiquiatría clínica y puede dirigirnos al suicidio; así entonces, también se debe apuntalar a entender que hay una divergencia en términos de depresión, pues en determinados casos no se hace la referencia a una enfermedad clínica, se identificaría por los síntomas físicos, sino congojas propias de ideas, etapas de inmadurez. Estos nuevos planteamientos se explican en lo que ahora se designa estrictamente Antipsiquitaría, por lo cual están surgiendo nuevos planteamientos y textos de toda índole. Podemos revisar con mayor detenimiento “Antipsiquiatría; deconstrucción del concepto de enfermedad mental” (http://www.ucm.es/info/nomadas/31/adolfovasquezrocca.pdf), del filósofo Adolfo Vásquez Rocca.

La Antipsiquiatría, como podemos colegir del mismo término, se contrapone a las significaciones de la psiquiatría convencional, comprendiendo numerosas corrientes establecidas y por establecer. Empero una suma considerable de “antipsiquiatras” prefieren, en muchos casos, alejarse del propio término, para evitar toda condición despectiva que pueda distraer las causas de sus argumentos, los cuales conjuntamente pueden procurar otro tipo de psiquiatría. Podemos diferenciar cinco posiciones:

1)      La psiquiatría convencional es errática. Sus métodos se conciben inadecuados por las históricas consecuencias de su accionar.

2)      Las medicaciones se imponen, a pesar de que el paciente tiene el derecho a decidir si acepta o no el tratamiento. Entonces aparece un factor por el que la psiquiatría convencional impera, domina sobre otros enfoques que pueden corresponder a ser relacionales a la Antipsiquiatría.

3)      En relación a internamientos, la Antipsiquiatría opta por armonizar al paciente, no concibiéndose así vejaciones en ninguno de los casos.

4)      La patente relación con las empresas farmacéuticas. Es más, este compromiso se manifiesta en consecuencias como ofertas, las cuales confieren (en toda ciudad, país, continente) una armonía en la economía que se ha hecho necesaria a través de los años.

5)      La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) o el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), estigmatizan al paciente, haciendo por poco imposible nuevas conjeturas científicas “antipsiquiátricas”.

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